jueves, 21 de agosto de 2014

El azul es un color cálido.

Me preguntaste si creía en la existencia del amor eterno. El amor es algo demasiado abstracto e indefinido. Depende de lo que nosotros percibimos y vivimos. No existiría si no existiéramos. Y somos muy volubles… Así que el amor también puede serlo. El amor se consume, nos desfallece, se rompe, nos rompe, se revive… El amor no puede ser eterno, pero nos hace eternos...

-Julie Maroh-El azul es un color cálido. 

MOMENTS

Ella quería guardar cada momento en un trozo de papel, inmortalizar cada pequeño instante, cada detalle, cada cosa importante por pequeña que fuera...


Besarte los lunares uno, a uno empezando por tu hombro.

Un trozo de colchón.

A menudo dices cosas, maldita sea, puede ser que este no sea el momento ni el lugar, pero sonríes y ya está.
A veces piensas que todo se soluciona con aquella vieja canción, con aquel paquete de galletas, o echando más horas en el colchón.
Despierta, ahí fuera todo sigue igual, la cama sigue deshecha, hay viejas manchas en el sofá, el álbum de fotos está vacío, no hay espacio en el desván, el baúl sigue abierto, nada está en su lugar.
Miras la luna detrás del cristal, parece tan inalcanzable, otra noche más.
Cierras con fuerza los ojos, quieres transportarte a otro lugar...
A menudo piensas cosas, pero piensas que con pensarlas bastará, maldita sea, sal ahí fuera, no ves que aquí dentro nada va a cambiar.
Un soplo de aire fresco, un rayo de sol, un mechón de pelo fuera de lugar, café recién hecho, no importa ya nada más.
A menudo dices cosas, pero que más dá, las palabras se van.
Día tras día todo parece igual, la luna por mas que la mires, no va a acercase más.
Abre la ventana, chilla a los cuatro viento, sal, déjate por la lluvia empapar, siente la vida, siente cada latido, cada instante dentro de ti.



miércoles, 20 de agosto de 2014

El chico de los zapatos de colores y Lunar en el Pulgar.

Ella quería llegar lejos, ella quería lejos llegar con sus zapatos de cristal.
Caminaba y caminaba y cada vez se hacía mas lento su caminar, más cuesta arriba, más pesado, más cansado, más difícil, más y más...
Se quedó sentada en una esquina contemplando a los transeúntes pasar. Los iba contando  uno a uno y en los zapatos de cada uno se iba a fijar. Uno en particular, se hizo destacar, con sus zapatos de colores, su sonrisa especial y su lunar en el pulgar. 
Pasado un rato volvió a las andadas, pero no tardaría mucho en detener su caminar.
En otra esquina apoyada descansaba de nuevo, con los pies hinchados, los pies doloridos, el cuerpo cansado y observaba de nuevo a la gente pasar... Se miraba sus pies... Los miraba bien, eran tan bonitos esos zapatos nuevos de cristal, eran los que tanto tiempo había estado buscando, eran "SUS ZAPATOS". 
Se levantó y siguió caminando, esta vez la trayectoria fue todavía más corta que la anterior, parecía como si cada vez que paraba a descansar le resultara contraproducente, y le costará más volver a caminar. 
Sentada en un escalón seguía contemplando con gran admiración sus zapatos... ¡Qué lindos son! exclamaba... Debemos continuar, debemos llegar más lejos, ya poco debe faltar.
Al intentar incorporarse, se le vino el cuerpo atrás, lo intentaba y lo intentaba, pero no le era posible ponerse a caminar, no le era posible continuar...
De pronto se acercó el chico de los zapatos de colores y del lunar en el pulgar, y le ofreció la mano, gracias a la cual se pudo levantar
¡Gracias!, le contesto ella, y una vez puesta en pie, pretendía seguir su caminar.
El chico la miraba y sonreía, se desató los cordones y le ofreció sus zapatos.
Ella cabezota, no los quiso aceptar. Sólo veía sus pies perfectos con sus zapatos de cristal...
Puso rumbo de nuevo en su camino, y no andado 30 pasos más, cuando fue a tropezar con una pequeña piedra que se hallaba en el lugar. Ella al suelo fue a parar, con la mala suerte de que en miles de pedazos se rompieron sus hermosos zapatos de cristal.
Ella en el suelo, lloraba y lloraba mirando sus increíbles, hechos añicos, zapatos de cristal...
Pero en el fondo no paraba de pensar, pero en el fondo no paraba de pensar en el chico de los zapatos de colores y del lunar en el pulgar.

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