lunes, 1 de agosto de 2016

Mas te vale que aprendas a perder.

Cuando tenga que decidir algo mejor no te llamo.
Perdona que me ponga así, pero creo que ya me has conducido erróneamente otras veces.
Es más si lo pienso bien, no creo haberte llamado nunca las otras veces.
Así que más bien, cuando me toque decidir, mejor no aparezcas, mejor no te acerques, mejor desapareces, es mas si quieres quedate mirando de lejos pero te pido que por favor sea lo suficientemente lejos, como para que yo no te vea.
Pero vaya que insisto, que lo mejor seria que no vinieras, llamame pesada. Lo bonito seria que no me acompañaras de la mano cada vez que la incertidumbre entrara por esa maldita puerta o por aquella dichosa ventana.
Es que mira que se supone que el roce hace el cariño, pero cariño nuestro roce no me produce agrado alguno, mas bien cualquier palabra de tu vocabulario que signifique exctamente todo lo contrario.
Es que no quiero ni pensar la cantidad de veces que habrás estado ahí, mirando expectante, actuando con tu mejor arma para estropearlo todo, o mejor dicho para que no sucediese nada, que ya sea dicho no se que es peor.
Para mi próxima decisión decido que no estes tú, para mi próxima decisión, decido que no me cieges, que no hagas que me tiemble el cuerpo y me duela el estomago, si porque tú también tienes la culpa de todos mis dolores de cabeza y estomago.
Vaya, vaya rapapolvo te ha caido pero es que ¿ya era hora no?
Pero lo peor lo peor de todo es que seguiras haciendo exactamente lo que te de la gana conmigo, porque tu vienes siempre a ganar, no te gusta perder ni a las casitas, y yo la verdad que por mucho que lo crea no te tengo el punto cogido...
Así que no se, podría proponerte un tratado de tregua y paz indefinido.
Te permito que me declares la guerra, te permito que te metas en cada batalla siempre y cuando aprendas a perder.
Y que cada una de esas batallas o guerras mas que para arrepentirnos después, nos sirva para crecer.
Podemos ir juntos esta bien, podemos ir el uno al lado del otro, te permito que me roces la mano, pero no te permito que me la des.
Puede que te permita que saques a veces al maldito arcén, pero también quiero que me impulses a la carretera a volver.
No se si me dejo algo en el tintero, seguramente si, y sé que nos volveremos a ver... Eso si no sé en que condiciones ni cuando, ni como, ni porque, pero espero que ya hayas aprendido a perder, porque esta vez no voy a ser yo la que se deje vencer. 



¿Sabes que no puedes rebobinar?

No es el contenido si no la forma, la forma en la que lo dices, la forma en la que miras.
No es el tiempo que pasa, sino la manera que tiene ese tiempo de pasar, cuando las horas se hacen minutos, los minutos segundos y los segundos a penas son un suspiro.
No es la palabra abrazo, si no la persona en la que piensas cuando la dices.
No es la sonrisa en si, si no quien la provoca.
No es la palabra hogar, si no las personas que la representan.
No son los te quiero, no son los quiero verte, son ese gesto, esa mirada.
No es el beso, sino el preludio de este.


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